Messi y Cristiano tienen la palabra
Barça-Madrid, pero también Messi-Cristiano, los dos mejores jugadores del mundo. El Clásico, al que se le han quedado estrechos los límites de España porque ya es de toda la Tierra (de hecho el horario está pensado para el Extremo Oriente) tiene en estos dos jugadores su mayor atractivo. Nosotros aún somos de equipos, pero en muchas zonas de la Tierra se ve el fútbol a través de las estrellas, como vemos nosotros la NBA. Y este partido enfrenta a las dos más grandes. Dos jugadores formidables, diferentes, que se vienen repartiendo el Balón de Oro, que acaban de ser anunciados, junto a Griezmann, para el podio de ‘The Best’.
Messi ha cambiado su juego, Cristiano está en ello. Ayer estuve viendo en el canal Barça algunas jugadas del Messi de hace algunos años, entre ellas aquel gol al Getafe, un calco del de Maradona a los ingleses. Ahora no lo haría. No le da para tanto. Mantiene rescoldos de aquello, pero se ha hecho un jugador más integral, con mando en el medio campo, panorama, unos cambios largos muy precisos para la llegada de Neymar o Jordi Alba por la izquierda. A veces parece jugar al despiste, deambula por el medio campo con aire de paseante, pero de repente se conecta y forma una avería. En muchos aspectos, es más jugador que en su primera época.
Cristiano, tan diferente en todo de él, también lo está siendo en su evolución: se ha ido más arriba y más al centro, a la posición de ‘nueve’. Ya no le da para aquellas tremendas galopadas desde la divisoria, así que reduce su radio de acción, emplazándose en la zona de peligro. En sus orígenes era un virtuoso del regate corto, que abandonó para cultivar la carrera y el zambombazo; ahora está en recuperar aquellos primores de sus inicios, que le ayudarán a moverse en la zona más estrecha en la que ahora juega. Dos genios distintos, ambos en su madurez, cargados de premios y de títulos, pero nunca saciados. Ellos tienen hoy la palabra.