Wembley es un examen necesario
Comentaba ayer en este periódico que el prestigio del fútbol inglés sobrevive a sus resultados, y así es. Un Mundial, en casa y hace cincuenta años. Y dos semifinales, una en el Mundial de Italia y otra en la Eurocopa de Inglaterra. Eso es todo. Sin embargo, aún impresiona enfrentarse a ellos. Es un prestigio que viene del fondo de la historia. Inventaron el fútbol, fueron los primeros profesionales, durante años se les miró desde abajo. El primer partido que perdieron en Wembley ante una Selección del Continente, la Hungría de Puskas en 1953, fue algo así como la toma de la Bastilla. Se conoció aquello como ‘El partido del Siglo’.
Aún impresionan, sí. Todavía son una de las pocas selecciones ante las que España tiene un saldo desfavorable. Las victorias sobre Inglaterra siempre han sido saludadas entre nosotros como algo especial. Victorias de prestigio, como la que deseamos hoy. Lopetegui ha empezado muy bien, retocando lo justo el equipo, mejorando el ánimo, introduciendo a Vitolo como sangre de refresco y dando a los jugadores un plan de ruta. La salida a Italia, el hueso del grupo, se resolvió bien, aunque pudo resolverse todavía mejor. Los partidos a ganar sí o sí se resolvieron bien, dos con goleadas. Y, antes de todo, se estrenó con victoria en Bélgica.
Este es el último partido de la primera racha. Luego vendrá un corte, hasta la visita de Israel, en marzo. Importa un buen cierre. La Federación le da importancia al partido, invitando a algunos de los ausentes forzosos, entre ellos Piqué. Pena que no esté abajo. Nos faltan él, Sergio Ramos, Jordi Alba, Iniesta y Diego Costa, medio equipo titular. La prueba no es fácil, desde luego. Y no hay puntos en juego, lo que despierta el recuerdo de la facilidad con que este equipo perdía amistosos hasta en su mejor época. Pero el desafío merece la pena. Ganar esta noche sería un aval de solvencia para este nuevo proyecto.