En el CSD, el perfil no importa
Tras la marcha de Miguel Cardenal se abre el periodo de quinielas para saber quién le sucederá. Los primeros nombres no han tardado en aparecer. ¿Miriam Blasco, la yudoca, primera española en ser campeona olímpica, después senadora del PP? ¿Theresa Zabell, doble campeona olímpica en vela y después diputada en el Parlamento Europeo por el PP? ¿García Albiol, quien perteneciera a la cantera del Joventut y ahora presidente del Grupo Popular en Cataluña? ¿Pablo Salazar, director de Deportes de la Comunidad de Madrid? ¿José Ramón Lete, predecesor de Salazar, ahora director del deporte gallego y ex jugador de baloncesto? ¿Francisco de Bergia, directivo de Telefónica, desde donde impulsa becas a deportistas y consejero de ADO?
Todas estas personas tienen el perfil adecuado para presidir el CSD, pero los gobiernos del PP se han distinguido por lo contrario. El mundo de Fisas, aunque llegara a la presidencia desde la dirección general del CSD, era el del liberalismo catalán; el de Villar, el de la medicina; el de Gómez Angulo, el de la política municipal, el arte y los toros; el de Cardenal, el de la universidad (sus contactos con el deporte se reducían al Comité de Competición de fútbol); Martín Marín, primer presidente del CSD con el PP, fue el único con vinculaciones deportivas a través del fútbol, el baloncesto y el Madrid. En un cargo que sirve para atender compromisos o cambiar cromos con otros ministros, se hace muy difícil hablar de perfiles adecuados. Y más ahora que hay que cumplir pactos.