Undiano se descosió en Mestalla
El partido de ayer en Mestalla es de esos que quedan en el recuerdo. Para los barcelonistas, por la lesión de Iniesta y la victoria final, sobre la hora y con penalti de Messi, que falla unos cuantos, a Diego Alves, que para muchísimos. Para el Valencia quedará otro recuerdo, el de Undiano, que quién sabe si alterado por la lesión de Iniesta y la ira de Luis Enrique, hizo un primer tiempo catastróficamente anticasero, con errores decisivos para el marcador. Fue una de esas tardes en que una especie de santa indignación desciende de una grada unánime y acaba por alterar lo que ocurre abajo. Y en ese revoltijo ocurrió que ganó el Barça.
La entrada de Enzo fue enérgica pero al balón, que despejó; pero aprovechó para hacer tijera en la pierna de apoyo de Iniesta, con graves, esperemos que no desastrosas, consecuencias. Undiano, que iba para grande pero se ha quedado en la cuesta, navegó de ahí al descanso. El costo para el Valencia fue definitivo, porque supuso un gol ilegal, un penalti de Umtiti al limbo y la expulsión perdonada a Busquets, aún en la primera parte. Con todo, el Valencia dio la vuelta al partido en diez minutos magníficos, pero luego salió perdedor en el cambio de golpes posterior. Para remate, un bárbaro dejó mal a su club con el botellazo.
Partido tremendo, en fin, y tres puntos que obligan al Atlético en Sevilla. La afición sevillista aún desconfía de Sampaoli, pero la visita del Atlético es de las cosas que más pueden unir al sevillismo, que suspenderá los recelos por dos horas. Será un partido bravo y serio. Menos igualdad espero del Bernabéu, con esa defensa tan remendada del Athletic. Quizá me equivoque, pero suena a partido tan resuelto de antemano como la asamblea a cencerros tapados (no se ofrecerá en directo el debate, para poner sordina a los pocos críticos que pasan el filtro) de Florentino, al que le apasionan las mayorías a la búlgara.