Un Madrid de andar por casa y los guiñoles de Piqué

Golear desde la desmotivación. Los cerebros rapados no merecen lugar en el mundo del fútbol, ni siquiera en sus aledaños. Si el precio de tener a esos energúmenos como seguidores es que el Legia de Varsovia deje de jugar en Europa, no hay tu tía. Desde el resultado, el Madrid cumplió el objetivo con creces porque sus talentos son extraordinarios y las diferencias con los polacos, siderales. Desde la imagen, es difícil salir menos motivado a un partido. Fue un Madrid desajustado en el medio, poco comprometido en defensa, como si la fiesta del fútbol no fuese con él, pero con su pegada. Toda la concentración pareció quedarse en el Villamarín.

Isco y los enchufados. La explicación más razonable para entender por qué Zidane rota de centro del campo hacia abajo es su deseo de tener conectados a casi todos sus jugadores, en esta ocasión a Danilo, Asensio y James. Sin embargo, es inevitable pensar en los agravios comparativos. Nacho merecería también esos minutos, por no hablar de Morata y Lucas Vázquez. Caso aparte es Isco. Después de su exhibición, con golazo de película incluido en el Villamarín, merecía el aplauso del Bernabéu. Si el talento vive de la confianza, Isco no se la puede ganar. Da igual lo que haga. Es una máquina de correr, de jugar y también de rotar. Igualito que Benzema, otro talentazo, pero con confianza ciegas

El centro de operaciones. Resulta paradójico que se anuncie una renovación el mismo día que se juega un importante partido de Champions, pero no deja de ser una excepcional noticia para el Madrid y para el fútbol español la renovación de Modric hasta 2020. La confirmación, una semana después de haber rubricado la continuidad de Kroos, no se puede leer más que desde la certeza de que el club blanco ha encontrado la fórmula sobra la que pivota su modelo futbolístico y ha querido escenificar el principio de su ‘operación Renove’ con sus dos brújulas. Un equipo de fútbol suele ser reflejo de lo que son sus centrocampistas. Dos de los cinco mejores del mundo y aún más extraordinarios, por lo buenos que hacen a los que les rodean.

La Selección de Piqué. Seguramente, el mejor partido de toda la fase de grupos de la Champions sobre el papel era el Barça-City. Algo así como el inmenso legado de Guardiola frente al atractivo proyecto de Pep. Fútbol a otro nivel, con sus infinitos matices y posibles lecturas. Ese Pep dicotómico, querido y vejado por la afición del Barça, que no sabe hincarle a los equipos españoles desde que dejó el club azulgrana. Sin embargo, Gerard Piqué aparece en escena y suelta la machada del día sobre su marcha de la Selección, citando a este diario, a la red social donde ya se prodiga menos y remata mentando al que considera marioneta del presidente del Real Madrid. Entre lo umbilical que es el periodismo y los hilos que ya aprendió a manejar Piqué, consigue que se hable más de él que del partido del año. Algo estamos haciendo mal para dejar de paladear el pastel y sólo recrearnos en el envoltorio.