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El golf español se reivindica

España ha tenido un papel protagonista en la Ryder, esa competición en la que el mundo del golf pone los ojos al final de cada temporada. Se trata de una competición singular, donde jugadores y aficionados acaban haciendo piña en un deporte individual como pocos. Después de todo un año jugando uno contra todos y deseando el fallo de los rivales, llega la Ryder y se hermanan por un lado los estadounidenses y por otro, los europeos. Los componentes de cada equipo se animan, se abrazan, se disculpan... todo sea por ganar el punto de cada partido. Nadie quiere echar a perder el buen juego del compañero. En el caso europeo, la responsabilidad se siente más, porque son jugadores de seis nacionalidades diferentes.

Si el inglés lo ha hecho bien, el alemán no quiere ser menos, como tampoco el sueco, el belga, el irlandés o el español. En la Ryder, por cierto, hemos tenidos dos españoles, Sergio García y Rafael Cabrera-Bello. Únicamente ingleses ha habido más. Tener dos representantes en la Ryder es una magnífica reivindicación del golf español, otro deporte en el que somos élite. Cabrera-Bello se encuentra en plena escalada, y García tiene una consideración muy por encima de su decimotercer puesto en la clasificación. A García sólo le hace falta un grande, que se le resiste, pero tiene muchos más top-10 entre los grandes que algunos que lo ganaron. Ese es su gran valor. Mientras el grande llega, él se hace grande. La Ryder lo demuestra.