Nervión ya ha olvidado a Banega
Si Guardiola vio anoche el partido del Sevilla aún debe estar preguntándose los motivos por los que no se opuso a la cesión de Nasri del City al Sevilla. También es verdad que si el francés hubiera jugado en Manchester con la intensidad e implicación que está teniendo desde que aterrizó en Sevilla, sería un fijo en los onces del conjunto citizen también este curso. Pero el que sonríe, además de Nasri, es un Monchi que otra vez estuvo más rápido que nadie para que la afición sevillista tenga nuevo ídolo y ya se haya olvidado de Banega. El vacío del argentino parecía imposible de llenar, pero Nasri anoche levantó al Sánchez Pizjuán de sus asientos, tanto con el balón como en esas acciones en las que un jugador de calidad se faja en la presión para recuperar la pelota. Por la extrañeza que produce eso gusta. Y Nasri ha entendido pronto lo que gusta en el Sánchez Pizjuán.
Lo de Nasri ha sido un aterrizaje con estrella, pero lo de Luciano Vietto parece gafe. El que debe ser el sustituto de Gameiro lo hizo anoche absolutamente todo bien, menos lo que se le exige a un nueve: el gol. El argentino las tuvo de todos los colores, hasta de penalti, pero acabó desesperando y desesperándose. De todos modos, Nervión lo espera y el Sevilla lo necesita para dar otro paso en el crecimiento del equipo. El día en el que Scotta, el mítico delantero argentino que lideró al Sevilla en los años 70, cumplía 66 años, su compatriota no lo pudo emular. Por cierto, otro triunfo sevillista en el que muchísima culpa tiene Sergio Rico.