Sobre Messi y Cristiano no manda nadie
Messi regresó apresuradamente de su última excursión con Argentina. Había acudido, se supo luego, con dolores fuertes por la pubalgia, jugó pese a eso contra Uruguay (“tenía que jugar, después del quilombo que hice”, dijo con simpática sinceridad), pero contra Venezuela ya no jugó. Regresó al Barça, y descansó ante el Alavés... hasta que en vista de la complicación del partido tuvo que jugar media hora. Luego jugó enteros los partidos contra el Celtic (7-0) y el Leganés (1-5). Finalmente se rompió anteanoche, avanzado el segundo tiempo ante el Atlético. Ahora le aguarda un tiempo incierto de baja.
En Argentina se quejan, entienden que el Barça le sobreexplota. Es evidente que en partidos que acabaron 7-0 ó 1-5 a favor del Barça bien pudo ahorrarse bastantes minutos. Pero no es justo culpar al Barça. Nadie va a obligar a jugar a Messi si dice que le duele, ni a seguir en el campo en busca de agrandar una goleada. Es el propio jugador el que quiere jugar, y a ver quién se lo niega. Luis Enrique ya pasó una crisis por no ponerle medio partido en Anoeta. Messi juega cuando quiere, que es siempre, porque le gusta con pasión y se cree capaz de soportar el dolor, para lo que ha modificado visiblemente su juego.
Le ha llegado la hora, como a Cristiano, de tomárselo con más calma. Son tal para cual. Desde que están juntos en España, Messi ha jugado más minutos incluso que Cristiano, que es el que lleva más fama de insaciable. Ahora el aductor le dice basta a Messi, como la rodilla le va dando avisos a Cristiano, notables estos años atrás en los finales de temporada, pero ahora también en septiembre, quizá por impaciencia en la reaparición. Está jugando mal, no parece él. Los dos han abusado ferozmente de su organismo, pero de eso sólo ellos tienen la culpa. Sólo ellos mandan sobre sí mismos. Sólo ellos tienen la solución.