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Hay que alejar del deporte a los intolerantes, homófobos y machistas

La diversidad. Se decía por los mentideros que había una portada para la revista Zero donde un futbolista patrio salía del armario y que nunca vio la luz porque algún poderoso dijo que ‘nanai’. Mientras algunos deportistas de otras disciplinas se declaran públicamente gays (recientemente el waterpolista Víctor Gutiérrez, por ejemplo) nuestros futbolistas ostentan el silencio normalizado y la heterosexualidad supuesta por omisión. No tenemos derecho a pedir una definición pública de la sexualidad ajena pero sería bueno que los admirados, los ídolos, los privilegiados al fin y al cabo, hicieran piña con aquello sobre lo que “lo personal es político” y dieran visibilidad a lo que es normal, además de necesario y muy deseable: la diversidad...

Árbitro y homosexual. Aunque con la que cae (o precisamente por ello) cuesta sacar las plumas al viento. Que se lo digan a Jesús Tomillero, árbitro y homosexual, que el pasado sábado volvió a recibir múltiples insultos y amenazas homófobas. Entre los energúmenos trasnochados, atención, uno era colegiado de fútbol sala, agárrate los machos y nunca mejor dicho. Agárratelos y córtate el riego. No puedo describir el asco que me da como exárbitro y persona.

La virilidad. Así está el panorama, donde la única exposición sexoafectiva permitida a los futbolistas es la que reafirma la virilidad y el arquetipo de tío hetero, las fiestas con señoritas, la caza a la top model. Que muy bien, pero que mira, que no cuela. Es una pena no aprovechar un escenario de atención social como lo es éste para luchar contra otras fobias además de la racista.

Dos ovarios. Hace poco sonreía al leer en prensa que la árbitra Marta Galego paraba un partido para expulsar a uno que la mandó a fregar platos demostrando que, además de ser una profesional rigurosa, ostenta un par de ovarios con más arrestos que los huevos de cualquiera. Y yo me alegro porque ya va siendo hora de que las actitudes fascistoides y despreciables se alejen del deporte.

Admiración. Sabemos bien qué grupos de exaltados son ingratos pero desgraciadamente más que esos, otros muchos caen en la espontaneidad del insulto al negro, al maricón y a la mujer. Admiro a aquellos que desde su posición de vulnerabilidad social se apropian de su derecho a ser y expresarse a pesar de las represalias. Admiro a los valientes, a que de su vida hagan bandera, a los que tienen el carácter que les falta a las estrellas para subvertir este sistema de callados y obedientes. Que hay que avanzar, cuñados.