Carta abierta para Alberto Undiano
Cada mañana tomo un poco más de distancia con el que fue mi sueño. Por fortuna, un sueño cumplido. Con cada nuevo sol huele menos el césped y son más sordos los cánticos, la adrenalina, el todo de un ambiente. Ahora más sereno, con la nostalgia del retirado pero ya sin la rabia del que se tiene que ir temprano.
En un par de mañanas más Undiano pitará otro partido; para él será uno más, para mí será el que tumbe mi récord. Cuando estaba en activo era bastante egoísta (como todo deportista exigente, por otra parte) y aunque son otras las cosas importantes, marcar récords te pone tieso. Claro, la perspectiva que a uno le da la retirada desnuda de sentido semejante erección del Ego. Llegados a esta hora del baile sólo puedo desear que el que venga a llevarse el mérito sea un buen profesional y mejor persona, que lo valga y por qué no... Que me caiga majete. Ese es Alberto, así que te aplaudo, compañero.
Nunca renegaré de mi carácter, que voy a hacerle. Es que me gusto aunque les joda. Pero tengo que reconocer que la templanza de Undiano en tantas concentraciones que hemos compartido era de admirar. Esa serenidad, tan natural capacidad de conciliación, eran lecciones que me hubieran venido muy bien aprender. Pero Undiano sólo hay uno. ‘Nafarroa anai zaharra...’ que cantaría mi admirado Benito. Recibe un cálido y sincero saludo