Messi, la pubalgia y su cambio de juego
Messi ha vuelto a Barcelona por unos dolores de pubalgia que le han tenido que resultar insoportables. Este era su regreso con Argentina, después de su anuncio de deserción tras la Copa América, y se ha quedado en la mitad. Fue con dolor, entre el recelo del Barça. Él mismo dijo, de manera indudablemente simpática, que cómo iba a renunciar “después del quilombo que he hecho”, aludiendo a su anuncio de retirada, felizmente corregido. Jugó contra Uruguay, fue decisivo, pero acabó con tanto dolor que ha renunciado al partido ante Venezuela. En Barcelona, claro, hay preocupación.
La pubalgia es la condena del futbolista. Un dolor creciente ante el que lo único que cabe es el descanso o, en caso extremo, la operación. Pero en fútbol ¿quién quiere descansar? Nadie es feliz perdiéndose un partido. Algunos se vuelven irrazonables. Se habla con frecuencia de la fiebre de Cristiano por apurar todos los partidos para acumular goles, pero Messi tampoco perdona un minuto. Comparados desde que están juntos en España, hace siete años, resulta que Messi ha jugado aún más minutos que Cristiano. ¿Recuerdan cuando Luis Enrique le ‘robó’ medio partido en Anoeta, la que se armó?
Sus molestias explican el cambio de su juego. Se ha instalado en zonas templadas, ya no sortea contrarios en serie con aquella velocidad de vértigo, ni hace tantísimos goles. Ahora maneja el equipo desde la sala de control. Va tan sobrado de calidad que aun jugando con tanta economía de esfuerzos resuelve por su cuenta dos de cada tres partidos, eso contando por lo bajo. El problema sería que esto fuera a más. Quizá haya que convencerle de que perdone minutos en partidos resueltos. Con Cristiano no se ha conseguido hasta ahora. ¿Se conseguirá antes con él? Otra cosa en la que compararles.