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Cuando aprendíamos italiano

El Barça juega hoy contra el Sampdoria. El fútbol italiano es también nuestro fútbol, al menos el fútbol de la generación de los que les hacíamos quinielas a nuestros abuelos. Mi abuelo me daba el boleto y yo se lo rellenaba. Aprendíamos entonces, mi abuelo y yo, mucha geografía italiana. Nos gustaban los boletos que nos acercaban al verano. Se acababa la liga española y, para conformar del todo la quiniela, la Asociación de Apuestas Mutuas Benéficas añadía algunos partidos que se jugaban en Italia. Aparte de que en la Copa de Ferias el Barcelona tenía enfrentamientos con los grandes protagonistas del catenaccio, en esas quinielas aparecían partidos netamente italianos, de su propia liga. Antes de saber nada de Florencia ya nos resultaba tremendamente familiar la Fiorentina. Génova , por su parte, nos parecía una ciudad atrayente por el nombre y, también, por los resultados que proporcionaba, pues algo pasaba con el Genoa que siempre nos dejaba acertar en los pronósticos.

Por supuesto, el Sampdoria estaba ahí, y en seguida se hizo adversario del Barcelona en las grandes contiendas continentales como aquella inolvidable de 1992. De pronto desapareció Italia de nuestros boletos de la quiniela y ahora que el Sampdoria se acerca al Camp Nou, para medirse con el Barça en el viejo y grato torneo Joan Gamper, es justo que se le agradezca a la quiniela de fútbol que nos diera muchas lecciones de geografía italiana. A mi y a mi abuelo.