EE UU ha sustituido al Teresa Herrera

Cuando uno era crío, allá por los años 70, las pretemporadas del Madrid alcanzaban su Everest cuando jugaba el Teresa Herrera en La Coruña o, en menor número de ocasiones, el Carranza en Cádiz. No había televisión como ahora, pero todavía tengo registradas en mi memoria aquellas retransmisiones radiofónicas de Héctor del Mar, el ‘Hombre del Gol’, que nos emocionaba al decirnos que las gradas del estadio coruñés estaban llenas de banderas blancas que a menudo coreaban el nombre de su paisano Amancio. Ya sé que eran otros tiempos y que cada cosa tiene su momento. Por eso, también me enorgullece ahora, en la era de las tabletas (tecnológicas y abdominales), que el Madrid siga siendo una referencia más allá de nuestras fronteras naturales. En Estados Unidos ya somos un clásico cada verano y todavía recuerdo como hace unos años en el mítico Yankee Stadium de Nueva York se vieron más camisetas blancas de las que suele haber los fines de semana en los partidos ligueros del Bernabéu...

El Madrid siempre tuvo una dimensión universal, algo que ya atisbó en su momento el visionario Don Santiago Bernabéu. Es bueno regar tu jardín y claro que nos gustaría ver de nuevo al Madrid en el Carranza o en el Teresa Herrera. Pero también entiendo que el Madrid es ya el equipo de fútbol del mundo, el que tiene más simpatizantes en toda la Tierra. Todo eso obliga a este esfuerzo. Lo que me ha gustado menos es que Kroos, Bale y Pepe no hayan recortado algo sus vacaciones para poder estar el próximo martes en Noruega ante el Sevilla. Ya sé que las tienen más que merecidas (hicieron un temporadón), pero a veces en la vida hay que jerarquizar...