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Este Tour ya no es lo que era

El Tour de Francia ha cambiado demasiado. En mi época de ciclista había dos grandes capos en el pelotón: Guimard y Labourdette. Con ellos en carrera estoy seguro de que lo del Mont Ventoux no habría ocurrido. Cuando ellos comandaban el Tour no había distinciones para nadie. De hecho recuerdo una etapa en mi primer Tour como corredor. Nos tocaba dormir en un polideportivo, en batería en el suelo, y allí estábamos todos salvo el Faema al completo, el equipo de Eddy Merckx. A los pocos minutos vi entrar a todo el equipo con el talentoso belga a la cabeza. Venían a dormir con nosotros. Guimard y Labourdette amenazaron a la organización con no tomar la salida al día siguiente si no dormía todo el pelotón en el mismo lugar.

Ya de director, en Alpe d’Huez se quedó un grupo de 40 corredores colgado, y ellos sabían que si no apretaban iban a quedarse fuera del control. ¿Qué pasó? Que se fueron los 40 a casa. Creían que la organización no dejaría fuera a un grupo tan numeroso. El ciclismo ha cambiado. Seguramente Froome habría ganado el Tour sin la vergüenza de Mont Ventoux. Llevo 50 años dedicado al ciclismo y jamás vi un equipo tan fuerte. El británico tiene cuatro corredores de su nivel. Mientras el pelotón va cayendo, él siempre está rodeado por su gente. Anquetil, Indu­rain, el propio Merckx, todo ellos eran los encargados de tirar llegado el momento. Su calidad se terminaba imponiendo. Froome la tiene, pero gracias a su equipo no le hace falta ni mostrarla.