Villar dilata el relevo de Del Bosque
Villar no tiene prisa para nombrar seleccionador. Él está a otras cosas, como dejó claro ayer. Está entre la UEFA y las elecciones a la Federación, que ha retrasado lo bastante como para poder escoger entre una cosa y otra. Por un lado, busca apoyos para la UEFA; por el otro, calibra las posibilidades de quién sería, si por fin se decide a dar el salto, el candidato con más posibilidades entre los que le gustarían como sucesores: un par de presidentes de territoriales (el de Castilla-León y el de Murcia) y Rubiales, presidente de la AFE, que se está convirtiendo en su hijo bienamado. Les une la fobia por Tebas.
Tebas, por su parte, ha fabricado el candidato alternativo, Jorge Pérez, extraído de la propia Federación como Dios extrajo la costilla de Adán para formar a Eva. Entre tanta conspiración, es difícil que quede tiempo para el pequeño detalle del seleccionador. Eso se empezará a ver en agosto. A la vuelta de la esquina está el comienzo del grupo de clasificación del Mundial, en el que nos toca de nuevo Italia, a la que nos encontraremos a primeros de octubre. Hay que salir campeones de grupo. Sólo el campeón se clasifica directamente. Los subcampeones (todos menos el peor de los nueve) jugarán repesca.
Del Bosque dijo hace casi un año que lo dejaría. ¿Por qué, pues, Villar no ha ido madurando la sucesión? Por pereza, más que nada. Por eso y porque trató de animar a Del Bosque a seguir, cosa que este consideró, pienso, en algún momento, porque pasó de la declaración de tajante retirada a dar pares y nones. Incluso ahora está en una situación equívoca, porque se ha retirado, dice, ‘de todo lo que no sea el fútbol español’, que resulta que ha sido su única actividad a lo largo de toda su vida. No creo que uno y otro estén pensando en una pirueta de prolongación, porque eso no colaría.