Con la capa de Superman
La Universidad de Cornell produce más Premios Nobel – 18 de sus alumnos lo han conseguido- que leyendas del deporte. Es una de las instituciones académicas más importantes del mundo, integrante de la selecta Ivy League, que agrupa a las ocho universidades más selectas del noreste de Estados Unidos. En Cornell, situada en la pequeña ciudad de Itaca, en el estado de Nueva York, se ha graduado Bruno Hortelano en la especialidad de Biomedicina, título que acredita su inteligencia y los méritos para obtenerlo en un centro de tanto prestigio. Más mérito, si cabe, tiene su progresión en el mundo del atletismo y más concretamente en el de los sprinters, donde Cornell nunca se ha distinguido por sus grandes figuras. Ahora tiene una. Y España, otra. En Amsterdam ganó la medalla de oro en los 200 metros tras la descalificación del holandés Churandy Martina y anticipó la enorme atención que generará desde ahora.
Hijo de dos científicos que han recorrido medio mundo –Sudáfrica, Australia, Canadá, Estados y Kazajistán-, Bruno Hortelano es la mejor noticia posible para el atletismo español, apenas noticioso en los últimos años. Se acabaron los años de González y Abascal, de Cacho y Peñalver, de Yago Lamela y los grandes maratonianos. Ha descendido la expectación por el atletismo, en la misma línea descendente que en el resto de Europa. España necesita atletas que despierten el entusiasmo perdido, por las marcas que logran, por las expectativas que alimentan o por la rareza de su especialidad.
Con Bruno Hortelano se juntan las tres condiciones. Sus marcas cada vez se aproximan tanto a los mejores de Europa que permiten pensar en un nuevo salto, el de lo impensable: la frontera de los 10 segundos en 100 metros y los 20 segundos en 200. No será fácil, pero no quimérico. Lo dicen sus marcas, 10.06s en los 100 metros, y los excelentes 20.39 que logró ayer en la semifinal de los Europeos de Amsterdam. Lo hizo con un viento en contra de 1,1 m/s.
Hora y media después surgió desde la última posición en la curva hasta la segunda posición en la llegada, lo que habla de la capacidad competitiva de Hortelano, un sprinter puro, más en el modelo bala que en el bomba, con fama de superviviente. La mejor noticia llegó instantes después. Churandy Martina había obtenido una ventaja ilegal tras pisar la calle adyacente. Anulada su victoria, el oro correspondió al joven (23 años) velocista español, un atleta que ha competido sin resignarse con los fenomenales velocistas negros de Estados Unidos. Dicen que allí ha adquirido la típica personalidad yanqui. “Se pone la capa de Superman y sale a correr”, suele comentar Ramón Cid, director técnico de la federación. El resultado está aquí. El atletismo español va a fascinarse con Bruno Hortelano, el sprinter que no tuvimos y que tanto necesitamos.