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Casillas y Del Bosque vuelven a sonreír

Ayer estuve en Barcelona para encontrarme con Xavi, y los dos nos sentimos felices y confortados por la foto con la que desayunó el día, la de Del Bosque y Casillas sonrientes y diciendo que pelillos a la mar. Xavi hasta presumía: “Hace dos días lo dije en París, que seguro que se reconciliaban.” Como me ocurrió a mí, le había sorprendido mucho el estallido. Como Puyol, piensa que Del Bosque debía haber hablado previamente con Casillas, saber si iba de buen grado como segundo, y en otro caso, haberle dejado aquí. No lo hizo y pasó lo que pasara, que no sabemos lo que fue.

Fuera lo que fuese, para la opinión pública no hubiera existido el problema de no ser porque a Del Bosque se le apareció el demonio en una mala noche. Por lo demás, si Casillas ha estado molesto con el que le prejubilaba, eso es tan normal en la historia del fútbol que me extraña que el bueno de Del Bosque lo haya tomado así. Él mismo tuvo mala salida con Di Stéfano. Xavi me explicó ayer su reacción con el propio Del Bosque cuando no le sacó en el segundo partido en Brasil. Siempre ha pasado. Es muy difícil que un jugador se vea a sí mismo en decadencia. Es casi imposible que lo acepte.

Esto al menos abre las puertas a un cierre feliz de este ciclo, con el que hace tiempo que sueña Joaquín Maroto. Un gran acto de despedida, con el Rey Emérito (ayer alguien pensaba que pudiera haber intervenido la Casa Real en esta reconciliación) y los protagonistas de este ciclo fabuloso. Dolía que esto acabara con un mal rollo entre dos personajes tan distinguidísimos en este ciclo. De ahí que Xavi, y seguro que Puyol y tantos otros pasajeros de este periodo magnífico celebren esa imagen, que viene a ser una última palabra, que borra las anteriores. No nos merecíamos una mancha así al final.