España, Italia y el estado de ánimo
¡Dichoso gol de Perisic! ¡Dichoso fallo de Sergio Ramos en el penalti! Ahora nos vemos con Italia y, si pasamos, nos espera Alemania, que por lo visto ayer viene con las del Beri. Pero lo primero es Italia, un hueso duro de roer. Del Bosque tiene desde el vapuleo de Holanda la sensación de que no atacamos bien contra tres centrales. Nuestro juego interior se estrella ahí. E Italia juega con tres centrales, su personal BBC, Bonucci, Barzagli, Chiellini, compenetradísimos, compañeros de éxitos en la Juve, ya con Conte. Y el resto del equipo tiene ese gen extra competitivo de los italianos.
Es cierto que los antecedentes son buenos. España enterró el maleficio histórico cuando ganó a Italia en cuartos de la Eurocopa-2008 en la tanda de penaltis. Y la goleó en la final de la Eurocopa-2012. Ellos nos temen, desde luego, pero quizá por esos antecedentes próximos piensan que tienen poco que perder y bastante que ganar. Por lo demás, Italia ha vuelto a su ser, a su juego destructivo y cauteloso, a entorpecer al rival, jugar con su paciencia y esperar el fallo. Se sienten relajados, fueron campeones de grupo al segundo partido, el tercero lo jugaron los suplentes, todo el mundo ha soltado los nervios.
Es lo contrario de lo que veo en España. Este equipo me gusta, pero desde lo de Brasil se desazona con facilidad y ahora lo está. Que si este, que si el otro... Casi la mitad del grupo no se ha estrenado y tantos días entre partido y partido han servido para rumiar la inoportuna y tonta caída ante Croacia, que nos repite como un gazpacho cuartelero. Ya saben: el fútbol es un estado de ánimo. Del Bosque está ante una gran prueba: recomponer las sensaciones de aquel equipo que vivía en estado de gracia hasta el gol de Perisic. Los jugadores son los mismos. Sólo se trata de que recuperen el ánimo.