Alemania, donde y como quiere

Alemania ha llegado a los cuartos de final como un alpinista asciende al campo dos de un 8.000 o el Rey de la Montaña corona la cima de un Puerto de Segunda: sin darse importancia y sin aparentar esfuerzo para conquistar unas metas que otros sólo alcanzan echando el bofe. El equipo de Löw ha jugado mejor cada día que ha pasado. Empezó con un aire displicente, como echando de menos la mística de Maracaná, pero a la que la Eurocopa ha echado a rodar por carreteras principales, circula a toda maquina.

Ha sabido Löw corregir detalles en cada nueva puesta en escena para ir afinando la maquinaria de su equipo, que pinta como el ogro de la zona oscura del cuadro dispuesto a devorar al que se le ponga a tiro. La entrada de Kimmich como lateral, la aniquilación de Götze como '9', la confianza en Draxler y la recuperación de Mario Gómez como delantero de referencia le han dado al equipo una consistencia ante la que no ha habido quien pueda decir ni pío. Alemania está de nuevo donde y como le gusta: en los cuartos y dando miedo.