Eurocopa con duendes y calculadores
Las primeras fases finales de la Eurocopa (1960, 1964 y 1968) se limitaron a semifinales y final. La segunda de ellas, recuerdo, fue en España y la ganamos. Luego fue creciendo, a medida que crecía el interés y la UEFA y el correspondiente país organizador (en algún caso dos, compartiendo tarea) se sintieron capaces. Así, burla burlando, hemos pasado de los cuatro ‘fasefinalistas’ de primera hora a estos veinticuatro de Francia. Récord... por el momento. Seis grupos de cuatro. Para encajar los octavos se ha dado paso a los cuatro terceros mejor clasificados, además de los dos primeros de grupo.
Hay quien reprocha al sistema ciertos desfases. Por ejemplo, que Albania tuviese que esperar tres días, sin jugar, para ver si seguía o era eliminada. Por ejemplo, que Portugal tenga sólo dos días de descanso entre la fase y los octavos, mientras Francia va a tener seis y España cinco. Por ejemplo, que se hayan creado dos itinerarios tan distintos, una ‘Ruta de la Muerte’, en la que caímos por el gol de Perisic, y una ‘Ruta de la Seda’, que es la que va a transitar Croacia, libre de amenazas como Italia, Alemania, Francia e Inglaterra, que a nosotros nos acechan. Parece como si algo no hubiera funcionado.
Parte se debe a que el fútbol es travieso y parte no tanto. Hay ‘Ruta de la Muerte’ porque Inglaterra y España fallaron y se metieron donde no les llamaban. Y hay desfases de días porque este perdió aquí y aquel ganó allá, pero también por un privilegio que se le reservó al campeón del Grupo A, en el que se colocó de salida a Francia sin sorteo ni gaitas. O sea, Francia se garantizaba esa semana de asueto entre fase y octavos que tanto choca ahora con los dos días de Portugal. El fútbol tiene duendecillos, pero también gentes de cálculo que saben barrer para casa. Ya se sabe: el que parte y reparte...