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Morata y Nolito, donde Torres y Villa

Han bastado dos partidos para que España escalara la condición de favorita en las apuestas. Convenció ante Chequia, pero conquistó de verdad ante Turquía. En Niza unió a su académica apuesta de control, eso que hemos venido a llamar tiqui-taca (expresión cuya difusión debemos al desaparecido Andrés Montes) una inclinación al remate que siempre se pensó que le faltaba al equipo. Recuerden que Maradona calificó a España de ‘campeona del fútbol sin porterías’. Y no fue sólo una ‘boutade’ del extravagante genio argentino: representaba una visión colectiva, la de un equipo magnífico pero sin garras.

Esa reticencia se superó ante Turquía, cuando La Roja mostró otra intención. Ya no se trataba sólo de ‘tenerla y moverla’, hacían falta llegadas. Ese rasgo de equipo inofensivo ha acompañado a La Roja en todos sus éxitos de este tiempo, y dejo a un lado su batacazo de Brasil, que tuvo otras causas. Aquel no era un equipo sin remate, que también, sino sobre todo un equipo sin salud. Algunos jugadores envejecidos, otros mal curados de lesiones. El resultado de la mezcla fue un equipo convaleciente, dudoso, como todo enfermo mal curado, de sus posibilidades. Y proclive a hundirse ante cualquier contratiempo. Como así fue.

Este es otro momento. Algunos jugadores son los mismos, pero están pletóricos de salud. Impresiona ver cómo llegan Piqué, Ramos, Busquets, los laterales... Silva, cerca, Iniesta, ¿qué decir de él? Con el añadido de la nueva pareja de ataque que me parece que viene, por fin, a superar la nostalgia de Torres y Villa, pareja de hecho que tuvo tanto que ver en aquellos éxitos, no tan lejanos. Morata y Nolito me convencen. Velocidad, conocimiento, nervio, insistencia, el gol entre ceja y ceja... El equipo recupera el funcionamiento, Iniesta está con todas las luces encendidas y además vuelve a haber delantera. De ahí las apuestas.