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Somos la envidia de la Euro. Nadie juega como nosotros. La demostración ante Turquía, mejorando la que ya fue buena imagen ante los checos, nos pone de nuevo en el pedestal como la selección más atractiva de la competición. Ya veremos si ganamos el torneo, pero estamos en una línea en la que no se nos puede reprochar nada. Mejoramos lo del debut acercando a Fàbregas al área, el sitio donde de verdad rinde. Morata, aparte de su despliegue físico que rompe a los defensas, ha aprendido a leer el juego de pocos espacios de nuestros pequeños. Nolito es un cuchillo revoltoso que va para revelación del torneo. Nadie tiene en el mundo una pareja de talento como la que forman Iniesta y Silva. Hemos vuelto al camino y nos toca disfrutar de jugadas que nadie más puede hacer, como la maravilla del tercer gol. No se ve a nadie a nuestra altura.

Alemania no asusta a nadie. Sin encontrar su estilo de juego, ha pasado del rodillo del Mundial de Brasil a ser un equipo con dudas, sobre todo en la parte ofensiva. Hubiera sido un milagro que Götze, tras una temporada casi en blanco, se convirtiera en el delantero del torneo. Özil sigue irregular y la conexión de su fútbol con el resto brilla por su ausencia.

Francia. Más allá del relámpago de Payet, los galos no se han mostrado como el equipo hecho que esperábamos. Pogba tiene más cartel que fútbol. Es un jugador físicamente superdotado que basa su juego en acciones puntuales, apoyado siempre en su superioridad atlética. Si no hubiera un balón por medio podrá ser el mejor, pero habiendo una pelota hace falta talento para jugarla y para entender el juego alrededor de ella. Es muy posible que la astucia de Griezmann sea mucho más decisiva en el camino que vayan a recorrer.

Hooligans. Algo funciona mal en nuestro mundo civilizado cuando miles de indeseables deciden aprovechar el fútbol para sacar sus más bajos instintos. Pensábamos en un torneo fortificado contra el terrorismo y nos habíamos olvidado de la lacra violenta que seguimos teniendo inoculada en el corazón del fútbol. Toda la simpatía que nos producía ver a Inglaterra se esfumó antes del primer partido, cuando vimos que miles de sus aficionados seguían teniendo el vandalismo marcado en su ADN. Los rusos, organizadores del próximo Mundial, están lanzando un mensaje a la UEFA de cara a ese próximo evento. Lo de los croatas con las bengalas demuestra que la falta de respeto por el fútbol se extiende. Y para colmo parece que unos cuantos idiotas españoles se unen al carro de la vergüenza viajando a Francia con sus banderas y simbología ultra. Los Gobiernos tienen que actuar con más previsión y dureza para que un torneo como éste sea de verdad un encuentro de convivencia entre nacionalidades.