Viento en popa, a toda vela

Antes de empezar, una buena noticia: Chequia y Croacia habían empatado. Eso despejaba el camino hacia la cabeza del grupo a España, y colocaba a Turquía en una posición menos desesperada. Tanto mejor para todos. Así empezó el partido, que inauguró Sergio Ramos con una de esas sobradas suyas, que le costó una amarilla. Espero que eso sea todo lo malo. España empezó a desplegar su juego en torno a Iniesta, esa sombra fugitiva que se escapa de todo, incluso del dichoso algoritmo azerbayano y todo entró en vía. España era mejor, es mejor, y toda la cuestión era ver si esta vez el gol no se hacía esperar tanto.

Y no, no se hizo esperar tanto. Estos días se ha trabajado la movilidad, la llegada y el remate. Y, hay que decirlo, tampoco el cierre de su área de Turquía estuvo tan cargado de gente y cemento como el de Chequia. Así que fue otra cosa. España metió velocidad arriba, movió a la defensa turca y al meta Babacan y acertó dos veces antes del descanso y otra nada más regresar de él. Morata, Nolito y Morata otra vez. Tres goles como tres soles y todo resuelto con casi medio partido por delante. España clasificada, con comodidad y ganando prestigio.

Del Bosque prefirió luego guardar la ropa. Metió a Bruno por Silva, para asegurar con un medio pivote que ya le anunció hace poco a Maroto que utilizaría a ratos. Más adelante entrarían Koke por Cesc y Azpilicueta por Jordi Alba. Se trataba de repartir minutos y aliviar tensiones. Eso sí: mantuvo a Iniesta, que volvió a dar un curso. Su contrafigura fue Arda Turan, perezoso hasta la comicidad. Pitado por los suyos, aplaudido por los españoles. Con los pitos y flautas en torno a él se deslizó el partido hacia su final, feliz para nosotros, que vemos a esta Selección viento en popa y a toda vela, como aquel bajel pirata llamado 'El Temido'.