El hilo conductor del campeonísimo de Europa y el inquietante mensaje del Cholo
Analizar desde la victoria. Ganar una Champions es un logro superlativo. Hacerlo once veces es probablemente inigualable. Reconocer al Real Madrid como el mejor club de la historia es una evidencia y valorar el gran mérito de Zidane en la consecución de la Undécima, un acto de justicia. Le dio al Madrid la dosis necesaria de unión, la tranquilidad a los futbolistas, la sonrisa al entorno y, con lagunas tácticas, hizo historia en 145 días. Su segunda volea a la escuadra. Precisamente, desde la tranquilidad de la victoria, es cuando conviene sentarse a pensar en todo lo vivido en la primera parte del presente curso, con un cúmulo de despropósitos en el terreno deportivo.
La otra cara del relato. El Real Madrid siempre se ha mostrado como un proyecto de jugadores o de presidentes. Salvo el Madrid de Mourinho, en el gran relato de la historia blanca siempre se le ha bautizado por sus estrellas o por sus generaciones: Bernabéu, Di Stéfano, Yeyés, los García, La Quinta del Buitre, los Galácticos, Cristiano… No puede ser casualidad que las cinco Copas de Europa en color las han conquistado técnicos de un perfil similar: Heynckes, Del Bosque, Ancelotti y Zidane, propensos a gestionar con cuerda larga, dando libertad, con dos presidentes tan dispares como Lorenzo Sanz o Florentino. Son admirables los que escriben páginas de oro en la historia sin pensar que el club son ellos.
El Cholo, en las duras. Fue acabar la final de Milán y las enigmáticas declaraciones de Simeone dieron pie a todo tipo de conjeturas. Uno no sabe si el objetivo era aligerar el insoportable peso de la decepción a Juanfran, Oblak y compañía o si el técnico argentino decidió que era mejor no dar explicaciones sobre lo que futbolísticamente se vivió sobre el césped de San Siro. El Atleti, con sus altibajos, compitió de tú a tú con el Madrid, pero le faltó instinto asesino o tuvo miedo a ganar cuando el gol de Carrasco puso el viento a su favor.
El tamaño del Atleti. La grandeza de la obra del Cholo es descomunal, precisamente por haber conseguido que su equipo, con menos mimbres, tumbase a Barça, Bayern y sucumbiese con el Madrid en la tanda de penaltis de la segunda final de Champions en tres años, que se dice pronto. El mérito es indiscutible. Ahora reincide en una demanda por jugadores de otro nivel. Lógico en cualquier entrenador exigente con sus jugadores, con su cuerpo técnico y con su club. Sin embargo, dejar traslucir esa petición públicamente pone en una tesitura difícil a los mandatarios rojiblancos. Cualquier fichaje va a parecer poco. El éxito de Simeone se ha valorado tanto precisamente por su asimetría con los grandes proyectos económicos del fútbol europeo. El Atlético debe seguir siendo un equipo competitivo, pero endeudarse no puede ser la solución. Eso sería también retroceder cinco años.