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En un planteamiento entre la emoción y el fútbol, el fútbol gana casi siempre. Se dirá que cada equipo tuvo una parte, pero detrás de lo que hacía el Sevilla había una idea, un entrenador y jugadores convencidos. Al Liverpool le empujó la afición, la emotividad de Klopp, pero descubrieron ayer que aunque están en el buen camino les queda mucho. En el momento en el que el Sevilla golpeó inesperadamente en el inicio de la segunda parte, los jugadores del Liverpool parecieron buscar a alguien que les guiara, alguien que pidiera el balón y el camino marcado por el entrenador, pero no apareció nada.

El error que cometió la afición del Liverpool fue pensar que con la camiseta y la historia se ganan finales, aunque hace falta mucho más. Ibrahimovic votó a Emery como mejor entrenador del mundo y claramente es uno de los que consigue maximizar lo que se le ofrece. Me da que si hubiera entrenado al Liverpool anoche, la final la habrían ganado los reds...