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El Atleti gana y pierde como Nadal

Salvaremos todas las distancias entre disciplinas deportivas y otros datos concretos. No es mi intención que Rafa Nadal reniegue de su madridismo o pedirle al Atlético que se mantenga en la élite mundial durante doce años seguidos, ganando títulos sin parar. Pero yendo a la esencia de la preparación, características y mentalidad de equipo y tenista, identificamos multitud de similitudes. Tantas, que se pueden explicar sus derrotas y sus victorias con las mismas razones.

Su fortaleza radica precisamente en reconocerse inferiores desde la salida. No tienen la excelencia en su juego ni el catálogo infinito de virtudes de Barcelona, Madrid, Federer o Djokovic. Pero encuentran su tesoro en potenciar todo el aspecto mental y no despreciar ni una gota de esfuerzo físico. Así, se obtiene un animal competitivo que no le tiene miedo a nada, que afronta todos los retos creyendo que son posibles y, lo más importante, que alimenta su grandeza con el temor que despierta entre los que son mejores que él.

Un martillo pilón que lo mismo sirve para no perder en tierra batida durante meses como para que hacerte un gol se convierta en misión imposible. Pero detrás de esa eficacia sostenida en el tiempo hay una velocidad de crucero altísima. A toda máquina funciona la capacidad de concentración, de entrenamiento y de desarrollo de virtudes físicas, de las que depende la técnica y la táctica más que en sus rivales por los títulos.

Como ya se ha dicho aquí, se centran en hacer todo lo que pueden y se vacían, les es ajeno el lujo de poder elegir. Ya les gustaría, así a Rafa el cuerpo no le habría dado tantos avisos, o el Atlético, por ejemplo, habría evitado la fatídica pérdida de sus dos mejores jugadores en el final de temporada de hace dos años.

Las famosas lágrimas de Federer en Australia 2009 nacían de la desesperación de no saber cómo meterle mano a ese toro desbocado que venía también de ganarle en Wimbledon el partido del siglo. Una sensación parecida se pasó por los vestuarios de Barcelona y Bayern tras caer contra los colchoneros. Pero no se engañen, el shock nace de que se saben mejores que Nadal y el Atlético, respectivamente. Y en análisis frío no hay dudas de que sea así, lo que pasa es que los análisis y los juicios de antemano no entran a la cancha. Por eso siempre emocionan las grandes victorias de Rafa o noches de resistencia como la de Múnich del martes pasado.

El punto débil es que esa velocidad de crucero es inviable toda la temporada. Es habitual ver a Nadal complicándose partidos de primeras rondas en torneos que acaba ganando, como ver al Atleti sacando con problemas partidos por la mínima ante equipos inferiores a él. Muchos dudan en esos días grises, ya no digamos como caigan derrotados, olvidándose de que la clave de su éxito es que tengan tan pocos días así.

Son derrotas como la sufrida ante el Levante o en Gijón las que ponen en valor todo lo alcanzado por este Atlético. No al revés.