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Barça, 76; Atlético, 76; Madrid, 75...

El Barça se derrumba y no se explica por qué. Salió como un trueno, atacó con brillantez en el primer cuarto de hora, tanto como para ante otro portero haber dejado el partido resuelto. Pero chocó con un Diego Alves enorme y para su desconcierto, el Valencia le coló un tanto en su segundo buen despliegue. El Barça volvió a la carga, con menos fuerza y menos brío, pero con empeño. El Valencia siguió aguantando y desplegándose de cuando en cuando. Y justo al borde del descanso, cazó el 0-2. Los barcelonistas se retiraron al vestuario abatidos. La segunda mitad se les presentaba como una montaña.

Y no la pudieron escalar. Este Barça es (o era) espléndido en su mejor versión, pero en las malas se le ven las costuras. Primero, no tiene apenas suplentes; segundo, la MSN es a ratos una bendición y a ratos una maldición. Con los tres juntos, se despuebla el medio campo y eso le expone a salidas fáciles del rival; y si no están inspirados, no compensa. Ayer Neymar no hizo nada notable salvo cambiarse las botas y Luis Suárez pasó medio partido en fuera de juego. Todo eso no lo pueden compensar unos cuantos buenos pases cruzados de Messi y un gol. Que por cierto, fue el quinientos. Felicidades.

Como el Atlético resolvió su partido con solvencia, lo mismo que el Madrid la víspera, la Liga se queda en un pañuelo. Tres en un punto. El Barça mantiene la ventaja del ‘goal average’ con los otros dos, pero los últimos resultados minan su confianza. Ahora va a Riazor, donde no contará con Piqué, un titán que ayer tuvo la desgracia de malograr el 2-2, lo que no emborrona su enorme partido. Eso será el miércoles, como el Athletic-Atlético y el Madrid- Villarreal. Todo ello concentrado en cuatro horas que serán tremendas. De golpe hemos recuperado una Liga que dábamos por perdida.