Atlético, todo... menos simple
El Calderón vivió una noche inolvidable y eso es lo único que cuenta. El Luis Aragonés más socarrón dijo que “de fútbol no saben ni los futbolistas” porque con esa generalización (donde los entrenadores no están incluidos, y menos él) se ahorraba tener que andar explicando cómo se construye mañana a mañana lo que se acaba viendo bajo los focos del estadio.
Tras un reportaje en los despachos de un cuerpo técnico, parece que el periodista y los aficionados que lo ven salen de la sala con muchas más preguntas que las que traían. No pasa nada, no hace falta ser director de cine para disfrutar de una película. Cuando pite el árbitro el inicio del partido, todas las pizarras y vídeos se convierten en un estilo, un regate, una pared, un gol. Elementos que cualquier espectador sabe descifrar de un vistazo y juzgar según sus gustos.
A Simeone a veces se le escapa tras los partidos algún pormenor forjado entre bastidores. Pero suele recular rápido, consciente de que esas cosas interesan poco y que la gente no lo necesita para entender un triunfo. En la grada, ninguna explicación de un gol puede superar al gol mismo. El miércoles soltó de carrerilla la clave de su presión alta: la salida del Barcelona por Mascherano desde su costado menos hábil, el izquierdo. Esa pincelada, detrás de la cual hay horas de observación, meditación, diálogo con Burgos y, por último, ensayo y adoctrinamiento de sus jugadores, es parte nuclear del trabajo de un técnico.
Como no es necesario conocerlo, algunos analistas opinaron que la frase había sido una bravuconería con la que el Cholo buscaba adornarse. Más o menos son los mismos que definen el ataque del Atlético como simple, en contraposición de la elaboradísima tradición barcelonista o al Bayern de Pep. No es aislado ese pensar, ahí está Rummenighe y miles de aficionados como él, que resumen el juego del Atlético como una mezcla moderna y fortuita de catenaccio con fútbol inglés de los años 70.
Quienes tienen la suerte de conocer el método de Simeone y su equipo, ríen en silencio ante ese osado ninguneo. Libre se es de criticar según gustos, pero por favor, que no se analice un cuadro de Miró asegurando que es un dibujo de un niño de cinco años. Si fuera tan simple, lo haría todo el mundo. Lo del Atleti, digo.