James, el incomprendido

Cuando todos los ojos miraban al colombiano de los 85 millones de euros, le bastaron tres minutos para demostrar ante el Eibar que es un futbolista con estrella. Seguro que Asier Riesgo debió tapar mejor su palo, pero eso no exime de mérito al golpeo y al engaño. Despejó rápido el ambiente a plebiscito que reabrió el batacazo de Wolfsburgo y su gesto en la banda. Una sensación de dejà vu deja lo que vive James. Es como si lo que le tocó vivir a Özil primero o a Di María después reviviese un nuevo capítulo con el último 10 del Real Madrid.

La coincidencia está en sembrar una sospecha en torno a un futbolista y dejar que crezca para, en caso de venderlo, nadie te lo eche en cara. Lo que dijo con su Selección es una verdad como la copa de un pino: con confianza se rinde mucho mejor. Hay cierto aire a paradoja en tener una cláusula en tu contrato por si ganas el Balón de Oro y ser titular sólo en las rotaciones.