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El Clásico del honor

Favorito claro, el Barça. Después de siete meses de temporada, la distancia entre los dos equipos es muy amplia. Los azulgrana van a velocidad de crucero; el Madrid no ha pasado de tercera en todo el año. Un equipo juega de memoria, con un plan grabado y mejorado; el otro avanza a trompicones, acelerando o reculando según el día. En una plantilla los roles están repartidos y aceptados; en la otra hay varios que todavía no asumen su nuevo estatus de meritorio. Un vestuario tiene señalados a sus líderes y referentes dentro de la colectividad; en la otra caseta falta un liderazgo claro que aúne solidaridad y respeto.

El juego. El Madrid no está construido para tener la pelota, sus delanteros son verticales y aceleran siempre la jugada, no saben tenerla, se impacientan. Sus oportunidades en el Camp Nou volverán a estar en el contragolpe y a balón parado. El poder aéreo de los blancos puede hacer mucha pupa en el área culé. Asumiendo que la pelota será azulgrana, la única posibilidad del equipo madridista es ser más solidario que nunca en la presión, juntándose para ayudar y cortar, sin dejar los metros que acostumbra a los rivales. Si el Barça encuentra enfrente la parsimonia que se vio en el Bernabéu, volverá a ejecutar sin piedad a la defensa blanca. Casemiro puede currar por dos, pero no por cuatro.

Messi. Fue suplente en la primera vuelta y solo salió a dar unos paseos. No hacía falta más. Ahora, rodado y en forma, dirigirá el ataque en su escenario favorito. Marcelo, Ramos y Casemiro tendrán que estar perfectos en los apoyos para minar su área de influencia y evitar sus diabluras. Aun así, el argentino puede salir de cualquier atasco que se le ponga delante. Como dijo en su día Riquelme: “Messi sólo se da cuenta de lo que ha hecho cuando lo mira por la tele”. Ante un fenómeno de esta naturaleza paranormal, cualquier plan puede venirse abajo en un instante.

Zidane se examina. El madridismo, consecuente con la situación de los dos equipos, no le exige ganar en Barcelona, sería una insensatez, pero sí quiere ver algo a lo que agarrarse de cara al futuro: un equipo con un plan, con actitud grande, con convicción en sus posibilidades. Un equipo con responsabilidad. Aunque la Liga esté ya perdida, si el Madrid se deja ir y sale mortificado del Camp Nou, Zizou tendrá una estocada.

La Champions. El hueso duro rojiblanco que tienen los azulgrana el próximo martes tiene que rondar la mente de Luis Enrique y sus jugadores. Si el Madrid da la cara en condiciones y hace dura la pelea, puede que llegue un momento en que mucha gente empiece a pensar en la Champions. Forzar la máquina y salir lastrado por tres puntos que no son vitales para ninguno, sería un disparate. Pero está el honor y se sabe que el éxito sin honor es un fracaso.