El Clásico, entre el homenaje a Cruyff y la estocada del 0-4 sin Messi

Zidane, el que más se juega. Puede que los puntos parezcan lo de menos, pero el Clásico es el partido del mundo, una ventana para demostrar jerarquía, para recuperar o perder la credibilidad. Para el Real Madrid, el partido de la primera vuelta, además del principio del fin para Benítez, supuso un shock para los ilusos que, desde dentro del club, simplificaban que la diferencia entre ambos equipos era Messi, más allá del modelo. Sin Leo, el Barça pasó por encima del Madrid. Esa espina aún sigue clavada en el vestuario blanco. Zidane, como técnico, tendrá su primera gran reválida para demostrar que está a la altura que requiere el banquillo que hoy ostenta. Puede que los puntos no valgan para mucho, pero la autoestima, con la Undécima en el horizonte, tiene un valor incalculable en fútbol.

Cruyff, como motivación. Para el Barcelona, con la Liga casi en el bote, la Champions a la vuelta de la esquina y sus grandes figuras, con largos viajes a sus espaldas, la motivación extra vendrá por el homenaje a Johan. La carga sentimental de ese Camp Nou llenísimo, para rendir honores al hombre que lo cambió todo, tendrá un peso indudable. Si Cruyff hizo al Barça un equipo seductor y ganador, el mayor tributo a su memoria, en clave azulgrana, sería enamorar y vencer.

Carvajal merece otra cosa. Parece claro que, a ojos de Zidane, Danilo ha empezado a ganar la partida a Dani Carvajal, al que, sin haber bajado un ápice su rendimiento, se le han escapado de golpe y porrazo la titularidad en el Madrid y el tren de la Eurocopa. Tampoco es fácil entender que Del Bosque tenga un criterio para los centrales suplentes, como Nacho o Bartra, y otro para los laterales. Dura carga para un canterano formidable si Danilo, volviendo el jueves de jugar con Brasil, también le quita el puesto para el Camp Nou. La única ventaja para el Madrid es que tanto Marcelo como Bale y Benzema, o sea gran parte del caudal ofensivo del equipo, han trabajado a tope estos días. La titularidad de Casemiro ya ni está en cuestión.

Casillas y los cuatro periodistas. Puede que haya llegado el momento de la dulce transición. Es probable que la temporada y el rendimiento de De Gea inviten al cambio de titularidad en la Selección, pero la trayectoria de Iker sólo obliga al respeto. Tiene razón cuando dice que se ha ganado elegir el momento de decir adiós a la Selección y al fútbol. Faltaría más, pero ya tiene suficiente edad, récords y batallas ganadas para que nada ni nadie le borre la sonrisa.