Barça-Atlético y Wolfsburgo-Madrid
“Al Madrid no le tocó el Charleroi porque no estaba”, dijo ayer Toni Freixa, haciéndose en cierto modo portavoz de todos los aficionados del Barça y del Atleti. El Madrid, sí, ha tenido suerte, que es lo que se reparte (o se escatima) en los sorteos. Por contra, el Barça y el Atlético no tuvieron suerte, o la tuvieron mala. Lo que les ha pasado me recuerda una frase del añorado Luis Aragonés, que una vez me dijo que él no creía en la suerte, “pero sí en la mala suerte”. Mala suerte es que tengan que enfrentarse en cuartos, mientras el Bayern y el Madrid lo harán con el Benfica y el Wolfsburgo.
La del Barça y el Atleti es eliminatoria estelar. Primero y segundo de la Liga española, que sin duda es la mejor, como demuestra la larga permanencia de sus equipos tanto en la Champions como en la Europa League. Enfrenta además dos estilos. El Barça es sobre todo un colosal trío de ataque, que empieza a parecerme lo nunca visto en la historia del fútbol. El Atlético es un equipo correoso que pelea cada metro y cada minuto, que evita riesgos y equivocaciones y penaliza las que pueda tener el rival. El Barça no los quería ni al Bayern ni a él. Jugar contra el Atlético es como quitarse una muela.
El Wolfsburgo no es el Charleroi, pero es el octavo de la Bundesliga. Merece, sí, el respeto de la buena Champions que ha hecho. Da una cara distinta en Europa que en Alemania. Pero eso mismo se espera del Madrid, que en sus salidas en la Liga está dando ya un aire de abulia irritante. Este sorteo prolonga el sueño de resolver en la Champions todas las calamidades recientes del florentinato, que han llegado a hartar al Bernabéu, donde ya ni las goleadas dan consuelo. Pero, con todo, el Barça sigue siendo el favorito al título en las apuestas, seguido del Bayern. Messi pesa mucho, con Atleti o sin Atleti.