Para acabar muriendo en la orilla...
Cuando en un choque de máxima rivalidad entre dos de los grandes de Europa, el vigente campeón acaba el primer cuarto con solo cuatro puntos anotados en una serie de 1 de 18, y mediado el segundo cuarto ya encaja una diferencia escandalosa (31-6), por mucho orgullo que tenga y le dé la vuelta al marcador (52-58) no habrá hecho más que morir en la orilla. ¿Por qué? Llegará fundido al momento decisivo. Eso le pasó ayer al Real Madrid frente a un Barcelona que sin Abrines ni Navarro salió lanzado bloqueando el juego madridista. Pero Pau Ribas se lesionaba, el Barcelona se quedaba casi sin rotación y, a medida que los de Laso aumentaron el ritmo, se fueron viniendo abajo físicamente. Tanto Ayón como Felipe Reyes causaron estragos en la pintura azulgrana en una noche aciaga para Samuels y Tomic.
Pero si primero fue Satoransky el que se cargó el equipo a la espalda, después lo hizo Stratos Perperoglou, en el mejor encuentro que ha disputado con la camiseta azulgrana. En la primera vuelta el Barça remontó, con una canasta milagrosa de Justin Doellman (86-87). Ayer, el Madrid estuvo a punto de hacerlo con 25 abajo, pero no pudo porque el esfuerzo, con un Rudy fuera del partido y los dos Sergios neutralizados, acabó con su reacción en los tres minutos finales, mientras que Satoransky, arropado por el Palau, creía que el milagro podía repetirse y su fe lo hizo posible. Aún así, las opciones blancas de estar en cuartos siguen intactas.