Lo que saca de quicio a Zidane, para el que nada será igual

Zidane, el entrenador. Uno de los pesos pesados del Real Madrid lo comentó en el privado de un restaurante: “Si me dicen que el Zidane que yo conocí como segundo entrenador de Ancelotti iba a pegar un cambio tan significativo como primer técnico no me lo creería”. Se refería a su capacidad para mantenerse en un segundo plano cuando correspondía o para coger el toro por los cuernos y meter una bronca de órdago, como ocurrió en Vigo. Zizou es intenso, más de lo que parece, exigente y desafiante a todos los niveles. Por eso, cantó las cuarenta en Las Palmas.

Profundidad. Zidane, cuando se enfada, lo hace de verdad. Tenía sus razones para estar encendido. Se subía por las paredes por la falta de continuidad de su equipo en el segundo tiempo, por esa desconexión contagiosa que hace que una plantilla de estrellas, que se entrena con una intensidad adecuada, no traslade ese trabajo al terreno de juego durante los 90 minutos. No le entra en la cabeza que sus jugadores tengan esa tendencia a la autocomplacencia y que permitan crecer a sus rivales por la falta de actitud o de concentración.

La soledad del técnico. Lejos de la complicidad y del mimetismo de sus inicios, lo que se llamó ‘el efecto Zidane’, del que poco queda, ahora toca tomar las decisiones desde la soledad. Con las delgadas líneas de actuación ya pintadas, ahora toca elegir a los más comprometidos, más allá de su nombre o de su sueldo, saliéndose del modelo. La otra es convencer a los suyos de que el partido del fin de semana es el salvoconducto para la titularidad en la Champions, pero desde los hechos, no desde las palabras. En Las Palmas cambió algo y el tiempo dirá si para bien… Zidane es otro, a ojos de sus futbolistas. También para su presidente, que necesita un mánager para parecer otro.

El sorteo del viernes. Seguro que todos los madridistas están pensando en el posible rival de la Champions, que permita soñar con las semifinales. Tendrán razón los que piensen que en el bombo del viernes, cuanto más débil, mejor. Pero seguramente el Madrid necesita doblegar de una vez a algún club de su tamaño para intentar sacudirse la sensación de equipo venido a menos. A nivel individual, el viernes también será determinante para algunos españoles. Jueguen o no en el Madrid, la lista de Del Bosque elevará la autoestima de los que se vean con opciones reales de Eurocopa y puede hundir la moral a los que no aparezcan. Para Isco o Carvajal es la diferencia entre el bien y el mal.