Ahora no se ve a un Isco conectado

Uno no alcanza a saber si el problema de Isco está fuera del fútbol, pero dentro del terreno de juego ha sufrido una involución preocupante. Nada que ver con su versión de la temporada pasada, donde se palpaba la alegría y se contagiaba su duende. Un jugador superdotado técnicamente, con un talento inigualable, que hoy no se encuentra. En Las Palmas se vio una versión plana, sin un solo destello técnico, sin ningún protagonismo en la elaboración y, para colmo, dejó dos detalles que denotan un punto de frustración: la primera fue el codazo sobre Bigas, tan lejos de su habitual manera de competir, que bien pudo costarle la roja; la segunda, nada más ser sustituido por Zidane con su notorio enfado en el banquillo.

Con la Eurocopa en el horizonte y la preocupación latente por no verse en la lista definitiva de Del Bosque, Isco no encuentra esa confianza que tanto necesita. Esta vez no puede acusar al entrenador de no entenderle, de no quererle. Si le sustituye es porque su rendimiento está muy lejos de lo que el malagueño puede dar. Es cierto que en este Madrid todos parecen dos puntos peores de su versión real, pero Isco tiene tanto que dar, que sorprende especialmente su mal momento en el momento álgido y decisivo de la temporada.