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Ventilador en marcha y la soledad de James e Isco, los nuevos Özil y Di María

Los sospechosos habituales. La historia se repite de manera fidedigna. Balones de Oro en potencia cuando llegan, mediapuntas exuberantes, técnicamente superdotados. Da igual que se llamen Özil, Di María, antes o ahora James o Isco. Otro proyecto en el limbo y hay que ponerle cara y ojos a la crisis, pero sin gafas, que es donde realmente está el problema del Real Madrid. Jugadores pitados con razón por mal rendimiento, pero señalados sin ella, con filtraciones interesadas de su vida disipada o acusaciones de peseteros. El bucle que no cesa. 

Entre la undécima y la nada. Esperando a que suene la flauta, con la música de la Champions, el madridismo ha perdido la sonrisa, porque equipos con problemas siderales en los despachos son capaces de ser mejores o competir mejor, por tener proyectos deportivos fuertes, agarrados a una idea (Barcelona), a un entrenador (Atlético) o suplir limitaciones presupuestarias con un proyecto alrededor del fútbol (Villarreal). Florentino, que no aprende ni de su historia, ha convertido al Madrid, en lo deportivo, en un experimento de prueba y error, con resultados impropios del mejor club de la historia. De Ancelotti a Benítez, de Benítez a Zidane, de Zidane a… El bucle que no cesa. 

El director deportivo más necesario. Más allá de las planificaciones deportivas o del equilibrio de las plantillas, está el factor humano. La figura del director deportivo tiene que ver con fichajes y salidas, pero también con anticiparse a los conflictos, saber cuándo un jugador está preocupado porque tiene problemas con su pareja o porque su niño está malo. También para exigir unidad después de una derrota dolorosa, para que Cristiano no se equivoque de lado a lado con sus declaraciones; no bajar nunca los brazos ni aunque la Liga esté perdida. En este Madrid hay poco de familia y demasiado susurro presidencial para reescribir la historia. El bucle que no cesa.
Meter la pierna o meter la pata. Zidane, ya metido a entrenador, exige a sus jugadores actitud y que metan la pierna. Para eso, también hay que tener los futbolistas adecuados. Superpoblar el centro del campo de mediapuntas reconvertidos es lo que tiene. Siempre será más fácil decirle a los futbolistas que metan la pierna a decirle a tu presidente que deje de meter la pata. Al menos, con las giras, los servicios médicos y los fisioterapeutas, donde los futbolistas, muchas veces, encuentran en sus camillas un diván. Un cúmulo de lesiones, desproporcionado. El bucle que no cesa.