Cristiano y su quite del perdón
Cristiano dijo lo que dijo y lo fácil es interpretarlo por la parte más abrupta y polémica de su afirmación: “Si todos estuvieran a mi nivel, a lo mejor seríamos primeros”. Sacada de contexto su reflexión, los anti-Cristiano se sintieron fortalecidos para tacharle de egoísta, mal compañero, ególatra, etc. Pero leyendo y escuchando al completo su declaración ante los medios en la zona mixta del Bernabéu, queda claro y meridiano que él intentaba trasladar su frustración por el grave problema de las lesiones que han lastrado al equipo durante todo el curso. El portugués se refiere a que es más difícil ganar este tipo de partidos de máxima exigencia (Atleti, Barça…) si te falta gente como Marcelo (su mejor aliado en la banda izquierda), Benzema (su socio favorito cerca del área), Pepe (el sheriff del área y un imán emocional para el grupo) y Bale (el galés abre la banda derecha y así atrae a la zaga rival dejando más espacios a Cristiano). Él tuvo que matizar después sus afirmaciones siendo taxativo en lo que ya intuíamos los que le conocemos bien: “No me creo mejor que nadie. Respeto a mis compañeros y jamás quise ofenderles. Me refería a la parte física y a las lesiones”.
Ahí está el quid de la cuestión. En el asunto de las numerosas lesiones (¡van 21 musculares!) es donde Cristiano debió poner más el dedo en la llaga. Insinuó y amagó, pero no se tiró a la yugular del problema. Es público el malestar de la plantilla con el responsable de los servicios médicos, doctor Olmo, al que siempre han considerado un confidente del presidente y un galeno mediocre. Las recuperaciones de los lesionados dejan mucho que desear y las recaídas (el caso de Bale es palmario) son el pan nuestro de cada día en Valdebebas.
Así que dejemos las cosas en su sitio. Cristiano tiene una magnífica relación con sus compañeros y nunca quiso hacerles de menos. Por si alguien lo duda, analicen con qué contundencia le defendió Sergio Ramos, el primer capitán del Madrid. El andaluz no es de andarse por las ramas y siempre habla directo y sin rodeos. Si llega a creer que lo que decía Cristiano era vejatorio para el equipo, se lo hubiera reprochado públicamente. Pero fue al revés. Le defendió con firmeza. Sabe que es un chaval con fuerte temperamento y conoce su lado personal, el más desconocido para la gente de la calle. Cristiano no es un tipo que navegue en solitario. Ramos le echó un salvavidas porque Cristiano lo necesitaba ante el revuelo organizado. Y, además, este Madrid a la deriva necesita más que nunca de Cristiano. Si reniegan de su jugador bandera (34 goles en 33 partidos), el final de temporada podría ser dramático y frustrante...