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SILENCIO, SE JUEGA

Limitaciones

El Leicester de Ranieri ya ha entrado en la historia.

De vez en cuando el fútbol nos engaña y se hace pasar por un juego sencillo. Viendo al Leicester podemos pensar que, simplemente haciendo un par de cosas bien, se puede liderar la Premier en el mes de febrero con dos partidos de ventaja. Más allá de si consuman su hazaña, los hombres de Ranieri ya han entrado en la historia como ejemplo de gran equipo, para sorpresa de aquellos que se dedican a un imposible, prever el futuro.

El Leicester ha hallado el material especial e intangible que es imprescindible para construir un vestuario ganador. El único tesoro que no se puede comprar y capaz de contradecir sobre el césped absolutamente todos los prejuicios de este deporte, incluidos los presupuestos de los clubes y los cachés de los futbolistas.

Los palcos de los flamantes estadios europeos están repletos de millonarios que no han aprendido la lección más básica del fútbol. Se empeñan en construir la casa por el tejado, creyendo que con una aglomeración de estrellas se obtiene una galaxia. El Leicester nos recuerda que en el espacio invisible que hay entre los jugadores es donde mora la alegría, la emoción y el verdadero éxito en este complejísimo juego. Allí es donde Ranieri ha escondido las muchas limitaciones de sus hombres hasta que sus virtudes les han permitido ganar con solvencia en cualquier campo.

El City dio cuenta de ello el sábado. Pese a su presupuesto ilimitado, se mostró impotente porque el tesoro que derrocha el Leicester nunca estará en el mercado. Guardiola tendrá la mayúscula misión de tejer de cero ese material invisible que potenció hasta el éxtasis en el Barça. Y lo intentará a contracorriente: en Inglaterra rara vez se ve sobre el campo un equipazo como el Leicester de esta temporada.