Cuatro de Luis Suárez y tres de Messi
¿Quién se llevará el balón? Esa era la pregunta al final del partido. Hace algunos años se trasladó a España la costumbre inglesa de que el autor de un ‘hat trick’ se llevara el balón a casa. Ayer hicieron cuatro goles Luis Suárez y tres Messi. La solución fue sencilla. Un balón para cada uno. Vivimos tiempos de opulencia en ciertos ámbitos, entre ellos el gran fútbol, así que la cosa no iba de un balón de más o un balón de menos. Un balón, pues, para cada cual. En los dos habrá, se supone, la firma de todos los protagonistas del choque. Eso por un lado. Por el otro, el dolor del Valencia, que encajó siete.
El Barça es tremendo cuando se pone, cierto, pero hace nada que el Atlético salió de allí con un 2-1, también con inferioridad numérica, en su caso más grave aunque, si se me permite, más merecida. El Valencia se llevó siete, un saco lleno. Sabe mal ver al Valencia así. Le han pasado cosas en los últimos años que le han metido en un remolino de confusión. Conrado Valle lo describía ayer muy bien en estas mismas páginas. El vapuleo de anoche las resume. Un grupo errático en manos de un entrenador novel, como lo es la presidenta, como lo es el propietario. Venidos los tres del más allá.
Daba pena de ver el rostro de Neville, ex jornalero de la gloria en el Manchester United, luego feliz comentarista de televisión, capacidad que a Peter Lim le pareció suficiente para entrenar a todo un Valencia. Por ese banquillo ha pasado gente muy buena y todos han sabido que mantenerse ahí es montar a un potro bravo que te quiere lanzar por las orejas. No encuentro extraño que el Barça le marcara siete goles a ese grupo desmedrado, catorce personajes en busca de autor, entre ellos Cheryshev, cuya presencia hizo más cruel el drama. No recuerdo noche más triste del Valencia.