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La vibración incomparable de la Copa

La Copa marca un paso distinto al de la Liga, produce dramas inaplazables. Algunos tan sorprendentes como el que apartó al Madrid, por no tener una Jacinta que estuviera al tanto de las cosas. Otros tan espesos y trabajados como el que le provocó anoche el Celta al Atlético en el Manzanares, donde el cholismo se llevó un gran chasco. Simeone tenía marcado este campeonato como la gran posibilidad del año, pero el Celta le ha apartado. Viendo la eliminatoria, pienso que el Celta ha pasado porque lo deseó más. Vino al Manzanares cargado de motivación, por eso eliminó al Atlético.

El Celta fue despedido de Vigo con bengalas. El traspaso de Augusto funcionó como un agravio a vengar; la posibilidad de que Nolito salga cualquier día para el Barça unió más las voluntades; salieron a relucir los años que hace que el equipo no llega a una semifinal; se recordó aquella final perdida en los penaltis en el Calderón. Todo eso fue gasolina moral para un equipo de por sí bueno y que sorprendió a un Atlético que se sintió más favorito de lo que era. Tantos partidos sin encajar gol le hacían sentir que el 0-0 de la ida era un buen punto de partida. Pero el Celta lo bordó y le marcó tres.

También el Athletic llegó motivadísimo al Camp Nou. La Copa es su torneo favorito, el gol de Aduriz de última hora en San Mamés daba licencia para creer. Hizo un gran primer tiempo, con el premio de un gol y varias otras ocasiones. El Barça baja bastante en cuanto se aleja de su alineación ideal y se volvió a notar. Pero ganar por dos goles en el Camp Nou era mucha tarea. Neymar levantó al Barça, Busquets entró en la media, el equipo se reordenó, el Athletic se cansó... Durante medio partido soñó la proeza, pero al final el peso del Barça se impuso. En fin, las emociones de la Copa. Hoy, más.