Un poco de González es mucho
Tomás Ondarra, el artista bilbaíno que si hubiera nacido antes hubiera fundado el Athletic, me dijo cuando el Barcelona destruyó el sueño bilbaíno que era curioso que ellos hicieran las jugadas y los azulgrana hicieran los goles. Así fue. El Athletic moldeó el partido como si fuera a meter al Barça en su torbellino, cumpliendo así una profecía de mi amigo, y maestro, Tomás Roncero: el Barça va a sufrir, me dijo ayer por la mañana. Y a fe mía que sufrimos. Lo que pasa es que después los jugadores de Luis Enrique pusieron el tiralíneas y pasó lo que decía Ondarra. Tras el segundo gol, que pareció una pachanga de Neymar ante el increíble despiste rojiblanco, ya el partido dejó de ser de este mundo para ponerse en manos de González y González, el peculiar árbitro de las intensidades futbolísticas.
Permitió la intensidad de los jugadores del Espanyol días atrás y ahora ha permitido, con generosidad persistente la intensidad del Athletic de Bilbao, que tachó anoche su espléndida hoja de servicios a favor de la deportividad, dañada en el pasado por algunas brutalidades de las que ahora es mejor no hacer memoria. Pero ese gen que tienen los jugadores en su ánimo de derribar al contrario aunque éste no se halle en la posesión del peligro fue protegida, y por tanto, propiciada por González y González. Y es que un poco de González es mucho. Con decir que amonestó a Andrés Iniesta… Amonestar a Iniesta es como ver cosas nunca vistas más allá de Orión.