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Corrupción total en la IAAF

El segundo informe de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) deja al atletismo al pie de los caballos. Más que al atletismo, a la Federación Internacional (IAAF). No es que hubiera estado mirando para otro lado bajo la infausta presidencia de Lamine Diack, es que era la corrupción personificada. Lo dice una comisión independiente creada por la AMA con el único fin de destapar lo que se quería tapar. No hay vuelta atrás y se puede decir alto y claro: el atletismo ha estado muy sucio, y la IAAF ha sido cómplice. Esto no ha pasado ni en el ciclismo, donde el dopaje, promovido por los propios equipos, afectaba al 90% de los ciclistas profesionales. El caso del atletismo, sin llegar a esos porcentajes, es aún peor.

La IAAF ha estado gobernando el atletismo bajo total impunidad, y las sombras de sospecha que afectan a varios países, entre ellos el nuestro, siguen ahí. Debería ser ahora la propia IAAF quien cogiera el timón y llegara hasta el final. Atleta por atleta, país por país. Sería la única manera de que el nuevo presidente, el ilustre Sebastian Coe, se ganara la credibilidad de la que es lícito dudar. Si la corrupción en la IAAF afectaba no sólo al dopaje, sino también a la elección de las sedes de sus propias competiciones, y hasta las de los Juegos, ¿cómo es que nadie sabía qué pasaba? Coe, un tipo listo, tanto que llevó los Juegos a su país, delfín de Diack en la IAAF, debía vivir en otro mundo. No se enteró de nada.