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Messi, John Ford, Katherine Hepburn...

Me ha dado por comparar balones de oro con óscars y me he encontrado con que nadie ganó cinco. John Ford (en pie todos) ganó cuatro como director. Katherine Hepburn (otra vez en pie) ganó también cuatro, ella como mejor actriz. Luego vienen algunos actores o actrices, entre ellos el gran Jack Nicholson, que llegaron a ganar tres. Pero nadie ganó cinco. ¿Con quién comparar el tremendo récord de Messi, con quién ese su rastro de cinco oros, tres platas y un bronce en nueve años, en una de las especialidades más practicadas por la Humanidad? Lo que ha conseguido merece un respeto imponente.

Soy trasnochador. Cada noche reservo un rato sosegado para ver las noticias del Telediario de La 2, tan dulcemente decantadas por Mara Torres. Las veo aun a conciencia de que en su menú nunca cabe el deporte, que supongo que ella piensa que desmerecería el conjunto del producto. No me importa, veo todo lo demás. Lo del deporte, ustedes entenderán, a esas horas ya me lo sé. Para mí es más constructiva cualquier reflexión sobre lo que significó David Bowie que el deporte nuestro de cada día. Sin embargo anteanoche eché seriamente en falta algo: que no dedicara ni la más remota mención a Messi.

Supongo que para algunos, para bastantes, y hasta para muchos, David Bowie ha dejado más para la Humanidad que Messi. No lo discutiré. Pero lo que Messi ha hecho hasta ahora, lo que aún hace cada día, no está por debajo de ninguna de las creaciones artísticas del genio humano. No juega para mi equipo preferido, pero no dejo de disfrutar su fútbol, no puedo evitar sentir que algo extraordinario está a punto de pasar cuando el balón llega a su pie izquierdo. Y me pregunto si quienes renuncian a esa realidad artística, esclavos como son del desprecio al deporte, perderían algo si admitieran que esto es belleza.