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Isco, esencia de Zidane

Zidane pintó la cara del Madrid del color de la ilusión y marcó diferencias con el de Benítez con más toque, más profundidad y otra mirada en sus jugadores. Isco, recuperado por Zizou para la causa tras el inexplicable ostracismo de Rafa, doce minutos en seis partidos, se juntó con todos, se ofreció siempre a los mediocentros y cayendo a la banda izquierda, tocó, pisó el balón, conectó con Marcelo, Cristiano y sonrió, aunque perdiese más balones de lo que es normal en él. Necesitaba volver a sentirse importante y tener confianza, que es la poción mágica de cualquier futbolista. Su barba en los últimos tiempos creció tanto como sus ganas de marcharse ante tanta incomprensión.

Será difícil que llegue a tanto como Zidane cuando se retire, pero tiene algo de ese magnetismo, de esa magia que distinguía al francés. Isco engancha en el campo y en la grada. El fino paladar madridista agradece su manera de entender el fútbol.