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El Bernabéu vive en el filo de navaja, al borde de un ataque de nervios. No cree en lo que ve ni en lo que transmite su equipo. Allí donde le ha abocado Benítez, tan preocupado por las campañas y tan poco por los inequívocos síntomas de equipo vulnerable, poco hecho, desangelado y sin alma. Benítez parece un entrenador superado por la grandeza del Madrid y por la pequeñez del fútbol de su equipo. Aunque Benzema y Bale fueron los dos mejores del equipo blanco, lo cierto es que fue González González quien regaló dos penaltis a los blancos y se comió uno flagrante de Pepe a Jonathas. Para todo lo demás, Cristiano.

El árbitro tuvo mucho que ver en lo que pasó en el partido. Claro que si vemos después el penalti que pitó Bikandi Garrido a Adán en el Camp Nou habrá que pedir a los grandes que nunca más se vuelvan a quejar. Inocentadas de mal gusto fuera de fecha. Errores tan humanos como groseros que ponen en cuestión la grandeza de la Liga.