Una cuestión de equilibrio

Así como un entrenador debe buscar el equilibrio entre el ataque y la defensa, un club de fútbol necesita encontrar el equilibrio entre lo económico y lo deportivo. Es evidente que el Madrid, más que los demás por su condición de entidad que es propiedad de sus socios y sin accionistas, tiene la obligación de aprovechar todas las ocasiones para ganar dinero y asegurar de esta manera su independencia. Los partidos de gala en el extranjero son una buena fuente de ingresos y es lógico que los dirigentes madridistas obliguen al equipo a cumplir con lo que los futbolistas ven muchas veces como un “marrón”.

Sin embargo, sería sano e importante que el entrenador y el preparador físico tuvieran el derecho de rechazar ciertos encuentros cuando, por la fecha en la que se celebran o por la distancia que hay que recorrer, existe un riesgo de efecto negativo sobre el estado de forma de los jugadores. Dicho así parece obvio, pero no es el caso en el Madrid ni en la inmensa mayoría de los grandes clubes de Europa.