Rafa Benítez regresa con sesión doble

Benítez ha pasado sus vacaciones aislado de rumores y encuestas en su casa de Wirral, una pequeña península muy próxima a Liverpool. Hoy retoma el trabajo, con una sesión doble que me parece una medida un tanto tribunera e imprudentemente alineada con la estrategia del presidente de culpar indirectamente a los jugadores de lo que pasa. Es un mensaje que ese tercio de madridistas de pulsión autoritaria que añoran a Mourinho recibe bien: la culpa es de los jugadores, que haraganean y no obedecen. Mano dura con ellos. Que el entrenador se comporte como un funcionario de prisiones.

Mi idea es que eso no va a ningún lado. Nada en la historia del fútbol demuestra que entrenadores bordes saquen mejores resultados que los otros, más bien al revés. Se manda desde la convicción, no desde los galones (siempre pintados con tiza) que el presidente te pone en la bocamanga. Cuando se pregunta si la culpa es del entrenador o de los jugadores siempre pienso lo mismo: los jugadores son como son, el problema es si el entrenador se hace o no se hace con ellos. Si no le siguen es porque no le creen, si no le creen no sirve. Pero eso no se remedia con sesiones dobles ni castigos frecuentes.

Hemos visto al Madrid de Florentino ganar la Champions con Del Bosque y Ancelotti (y sólo con ellos) y hemos visto al fiero Mourinho irse tras tres años con una Liga y una Copa, y dejando el último curso al Madrid a quince puntos del Barça en Liga, y derrotado en la final de Copa por el Atlético en el Bernabéu, con bandera de Koke incluida. Los jugadores se hartaron de él, de su forma vetusta de ejercer el mando, la misma que le ha hecho ahora saltar del Chelsea. Benítez haría mal en tirar por esa línea. Además, no le pega. Él no es un broncas. Lo que le conviene es ser menos pesado.