Con la Eurocopa de Francia de fondo, Isco ríe... por no llorar
La sonrisa de Isco. Primero se frotó los ojos exageradamente mirando a Kroos sentado en el banquillo. Luego le echan en cara haberse reído tras el segundo gol del Rayo. De ser esa su intención, ambos gestos sobrarían, pero el duende malagueño merece ser protagonista y necesita serlo para tener opciones de ir a la Eurocopa y vivir el sueño de su primer gran torneo como internacional absoluto. Quizás no entienda que, cada vez que haya rendido bien y trabajado por el equipo en todos los sentidos, haya tenido como premio el banquillo. No es de extrañar que tenga la sensación de estar quedándose, de talento desperdiciado. Sería titular en cualquier equipo del mundo, menos en este Madrid.
El dedo de Cristiano. El portugués lleva muy mal el fuego amigo. Como hace muy poco pidió que el Bernabéu apoyase más en las duras que en las maduras se tomó a mal los pitos de parte de la afición con el 1-2 del Rayo. El público, que paga, es soberano para mostrar su enfado con lo que no comparte. Cristiano se equivocó. Desmadejar el ovillo paradójico que es cada partido en el Bernabéu, donde caen pitadas como goles, va a ser complicado. El madridismo solo entenderá ya los gestos de su estrella en forma de goles y en partidos importantes.
La reunión navideña. Txistu fue el escenario de una cita de buenos amigos, tan propia de estas fechas. En la mesa: Chendo, Figo, Raúl, Hierro, García Coll, Sergio Ramos, Modric, Marcelo, el desterrado fisio Pedro Chueca y Fernando Morientes. El hilo invisible del Madrid en todas las conversaciones. Personajes curtidos en mil batallas blancas y los que aún siguen librándolas. Una manera de hacer madridismo lejos de los focos. La foto vio la luz una semana después de la reunión.
La mirada atrás de Benítez. No es fácil el papel de entrenador en este Madrid. Mucho menos, ser el sustituto de Ancelotti con su excelente manejo del grupo y de los egos en el vestuario. Rafa, como entrenador del Valencia, ya estuvo una vez en la calle en el descanso del partido contra el Espanyol y acabó ganando la Liga. Algo así debió pensar en el medio tiempo de Villarreal. Benítez ya demostró una vez que sabe levantarse. El reto, con este Barça mundial por delante y con el Atlético compitiendo, es descomunal. Al madridismo no le llega con la estadística. Exige compromiso, buen juego y títulos. Por ese orden.