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12 bolas de partido y de esperanza

Hay gestos que delatan quién tiene carácter ganador. Como el que mostró Paula Badosa en la previa del WTA de Seúl, en septiembre, cuando levantó a Ching-Wen Shu ¡12 bolas de partido! O como cuando en su debut en Miami, el quinto grande, aprovechó una invitación para colarse en tercera ronda. Un aviso de lo que está por llegar con 18 años. Esta temporada dejó TenisVal en Valencia, con Pancho Alvariño y José F. Altur, para unirse en Barcelona a Xavi Budó, que ha llevado a Carla Suárez al top-ten mundial. “Tengo fe ciega en ella, porque su potencial es máximo”, dice. Y Paula sabe que en un tour tan descarnado como el del tenis no valen medias tintas: “Mi objetivo es ser la mejor del mundo”, dijo al ganar Roland Garros júnior. No la número 20.

En manos ya de IMG, la agencia de representación de una tal Sharapova y Muguruza, sus 183 centímetros, su revés profundo, su potente saque y su amor por la pista rápida (las páginas de oro de la WTA las escriben tenistas agresivas) auguran grandes días. En 2016 vivirá su prueba de fuego. Su asalto al circuito. Un periodo de maduración en el que sufrirá. Pero si el puzzle encaja y hay paciencia explotará un día como Garbiñe. Ahí quedan esas 12 bolas como un anuncio.