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Laporta, el Barça y las dos esteladas

Laporta ha dicho que en el Madrid sabrán respetar las esteladas porque ‘representan un sentimiento’. Astuta forma de reencarnarse tras una derrota electoral. Se presentó hace poco con el reclamo de que le votara quien quisiera ver el Camp Nou lleno de esteladas y se quedó en un tercio de los votos. Perdió. Su empeño dio testimonio de que hay un fuerte flujo independentista en el Barça, pero no mayoritario. Otra cosa es que pretenda seguir dando la brasa con el asunto en las ocasiones propicias. Con astucia e insistencia pretende conseguir que el Barça parezca alineado con algo distinto a lo que vota.

El primer Barça que conocí lo presidía Miró Sans, falangista. Le sucedió Llaudet, un industrial de ‘la situación’. A este siguió Narciso de Carreras, un catalanista posibilista que prosperó durante el franquismo. De él vino lo de ‘més que un club’. Siguió Montal, hijo de ex presidente. Agustín Montal hijo vino a Madrid, con todos sus directivos salvo uno, Raimon Carrasco, a otorgar a Franco la medalla del LXXV Aniversario del Barça. Era ya 1974, poco después de aquel 0-5 con Cruyff en el Bernabéu. Delegado Nacional de Deportes era Juan Gich, que accedió a ese cargo directamente desde la gerencia del Barça.

Luego, Núñez, hombre de la derecha española, que ganó elección tras elección desde 1978 (justo cuando murió Bernabéu), hasta 2000 (cuando llegó Florentino). Le sucedió, electo también, Gaspart, otro hombre de la derecha española. Luego apareció Laporta con su Elefant Blau, cuya bandera no fue el independentismo. Ni luego la de Rosell, ni ahora la de Bartomeu. En fin, entiendo mejor banderas del Barça o ‘senyeras’ en el Bernabéu, que esteladas. Que además hay dos: la del triángulo azul, de los independentistas ‘de orden’, y la del triángulo amarillo, de la izquierda revolucionaria.